Los Carmelitas 16.ENE.15
La última orden que se estableció en la ciudad fue la de los carmelitas, cuyo arribo fue en 1735. Templo y convento se construyeron gracias al le...
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La última orden que se estableció en la ciudad fue la de los carmelitas, cuyo arribo fue en 1735.
Templo y convento se construyeron gracias al legado del hacendado y minero sevillano Nicolás Fernando de Torres, dueño de las Haciendas de Peotillos y Pozo del Carmen, quien a su muerte (1732) ordenó en su testamento la fundación de un convento para carmelitas y un colegio de niñas, para lo cual dejó los recursos necesarios para su construcción y mantenimiento.
Este conjunto es monumental, Montejano y Aguiñaga comenta que fue construido en su totalidad entre 1749 y 1764, año este último en que se llevó a cabo su bendición. El convento quedó terminado en 1771, y su autor fue el maestro José Lorenzo.
El templo es una de las mejores muestras del arte barroco del note del país; presenta una portada trabajada en cantería, conformada por tres cuerpos y un remate que la protege en forma de cortinaje, coronado por un ángel al centro y seis esculturas que hacen las veces de pináculos. Destaca el arco polilobulado de su acceso y con siete flores que salen de las dovelas y su clave ornada con el escudo de la orden en el que aparece el brazo del profeta Elías, que empuña la espada de fuego; un par de columnas tritóstilas contienen un nicho al centro, que se repite a los lados de la puerta.
El templo de cruz latina cuenta con una magnífica cúpula octogonal profusamente ornamentada en su cornisa y en los gajos; con dos altares de piedra sobredorada -según Montejano, únicos en el país- y otros dos de madera también con una capilla, llamada camarín, dedicada a la Virgen del Carmen, que ostenta una portada a manera de retablo, conocido con el nombre de Los Siete Príncipes; está trabajado en argamasa y no hay otro en la República Mexicana; el impresionante retablo barroco de su interior -reconstruido en 1957 a causa de un incendio que lo dejó destruido- se encuentra iluminado por las ventanas del tambor de la espléndida y ornamentada cúpula barroca. La sacristía guarda magníficas pinturas, entre ellas, siete pasajes de la vida de Elías, obra del pintor Francisco Vallejo.
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